Ahora que se acercan elecciones, muchos se preguntan: ¿qué distingue un buen discurso de un mal discurso político? Una investigadora estadounidense de la Universidad de Michigan (EE UU) cree haber encontrado la respuesta.
“El poder del discurso persuasivo no proviene, realmente, de un carisma innato”, explica Sara Forsdyke, experta en estudios clásicos e historia. “Las personas pueden aprender las técnicas del discurso público eficaz que han usado los grandes oradores de la antigüedad clásica y los oradores modernos, desde Winston Churchill a Martin Luther King, John F. Kennedy o Barack Obama”, añade. Es decir, que según Forsdyke el buen orador no nace, se hace.
Forsdyke imparte un curso titulado “Grandes discursos de la antigüedad y modernos” en el que estudia los principios del discurso en público que han legado los griegos y antiguos romanos y los aplica en el análisis de discursos modernos. Las reglas básicas que determinan el éxito de un discurso, según la investigadora, son:
1. Repeticiones
La repetición de una palabra o una frase al comienzo de las cláusulas o las frases. Un ejemplo perfecto de esto en tiempos modernos es el discurso "Tengo un sueño", de Martin Luther King. Otro ejemplo de esta técnica que encuentra en el discurso "Milagro en Dunkerque" pronunciado por el primer ministro británico Winston Churchill durante la Segunda Guerra Mundial ante el Parlamento tras la evacuación exitosa de los soldados aliados desde las playas y el puerto de Dunkerque, en Francia: “No cejaremos ni fracasaremos. Iremos hasa el fin. Combatiremos en Francia, combatiremos en los mares y océanos, combatiremos con creciente confianza y nuestra fuerza crecerá en el aire, defenderemos nuestra isla, sea cual sea el costo, combatiremos en las playas, combatiremos en el terreno de los desembarcos, combatiremos en los campos y en las calles, combatiremos en las montañas. Jamás nos rendiremos”.
2. El orden importa
Buscar un patrón en el orden de las palabras, de manera que la primera mitad de la frase sea una imagen invertida de la segunda mitad. “El discurso inaugural de John F. Kennedy es un buen ejemplo de lo eficaz que puede ser esta técnica”, señala Forsdyke, en referencia a las palabras: “No preguntes que puede hacer tu país por ti. Pregunta qué puedes hacer tú por tu país”.
3. Juegos de palabras
El uso de palabras derivadas de la misma raíz pero en formas gramaticales diferentes. Esta figura retórica, llamada poliptoton, se emplea a menudo para enfatizar una palabra o un asunto en particular. En el primer discurso inaugural de Franklin D. Roosevelt, por ejemplo, se usó y se ha convertido en la frase más memorable de todo el discurso: “Permítanme afirmar mi creencia firme de que a lo único que tenemos que temer es al temor mismo”. Obama emplea esta técnica constantemente, por ejemplo en la frase “Podemos discrepar sin discordia”.
Además de estas tres reglas, Forsdyke recuerda que cuando se le pidió al gran orador ateniense Demóstenes que identificara los tres aspectos más importantes de un discurso, respondió: "la forma en que se pronuncia, los gestos, la voz y pronunciación, pronunciación, pronunciación...".
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