sábado, 30 de octubre de 2010
Bebidas: Clerico
El clericó es una bebida refrescante, protagonista del festejo al aire libre. Se prepara en jarras y tienen una mezcla de frutas maceradas como protagonistas.
Las más sabrosas y exquisitas frutas de estación se reúnen con excelentes vinos para despedir el año, ya que es una de las bebidas tradicionales de las Fiestas de Fin de año en muchos países de Latinoamérica. Además, repone energía, despierta el apetito y calma la sed.
Su origen es contado en diversas versiones. Una de ellas dice que el clericó nació cuando el imperio Romano se apoderó de Francia y de Gran Bretaña. Estos países estaban dominados por los celtas, quienes para festejar el fin de año dedicaban esa noche al shamain o “caballero de la muerte”. Como los romanos tenían la costumbre de adoptar a los dioses de los pueblos que conquistaban, se apropiaron de esta celebración, pero como se daba en la misma fecha en que ellos adoraban a la diosa de las frutas, se dio una fusión entre ambas culturas, bebiendo un cóctel en base a frutas y bebidas.
Existen numerosas versiones y recetas de clericó, pero todas tienen la misma base: frutas, azúcar y vino.
Para prepararlo, lo primero que debemos hacer es elegir la fruta: pueden ser manzanas, bananas, naranjas, duraznos, y si queremos podemos añadir uvas, cerezas, Frutillas, melón, kiwi, ananá, etc.
Una vez elegidas las frutas, las pelamos y cortamos en cubos, tratando que todos sean del mismo tamaño. Si bien lo ideal es elegir frutas naturales, es muy común que se utilicen algunas latas de frutas en almíbar, sobre todo en el caso de duraznos y ananás. Son una buena opción cuando hay poco tiempo para preparar el clericó.
El vino más común para esta preparación es el blanco dulce, aunque también el rosado, tinto, cava, Sidra o champaña son opciones que pueden aplicarse, todo dependerá del gusto y del poder adquisitivo de los bebedores. En Argentina se suelen utilizar los vinos frutados, florales, torrontés y los merlot rose.
Cuando la fruta ya está cortada, la colocamos en una jarra grande, un bol o cualquier recipiente apropiado para tal fin. Luego, le incorporamos azúcar a gusto (lo ideal es no sumarle azúcar, ya que la fruta aporta la cuota suficiente) y presionamos un poco con la cuchara de madera mientras revolvemos, para permitir que la fruta desprenda un poco de su jugo.
Posteriormente, incorporamos el vino o Champagne elegido y removemos despacio.
Otra sugerencia que si bien no es común, podemos tener en cuenta para darle un toque de sabor especial a nuestro clericó. Se trata de añadirle una copita o dos de algún licor dulce como el Cointreau o el Grand Marnier, o alguno seco, como el ron o Vodka. También se pueden mezclar ambos, o añadir unas hojas de Menta o un chorrito de Tía María, como siempre todo dependerá de probar y quedarse con la opción mas sabrosa para cada paladar.
Para que la preparación quede mas suave, se puede reemplazar un poco de vino con jugo de naranja o Soda.
Finalmente, colocamos la preparación en la heladera y servimos bien frío, removiendo previamente para que la fruta sedimentada se mezcle bien. Si no tenemos tiempo de llevarlo a la heladera o refrigerador, añadiremos cubos de hielo para que se enfríe rápidamente.
Esta preparación es clásica de América del Sur, donde el verano reina los últimos días de cada año. En las tierras mas frías durante el mes de diciembre se consume el ponche caliente.
Al elegir el vino, debemos tener en cuenta el plato al que acompañará el clericó. Si lo preparamos con una base de vino blanco, será ideal para bocaditos de queso, y si hemos optado por un vino tinto, será un excelente acompañamiento para carnes o frutos de mar.
Como ya expresamos, existen tantas recetas como anfitriones que lo prepararan. Lo fundamental es tener en cuenta su base: el clericó siempre tendrá frutas, azúcar y vino. La cantidad y variedad será a gusto del consumidor.
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