lunes, 1 de agosto de 2011

Samaná, un paraíso dominicano lejos del turismo masivo


Samaná está en la República Dominicana, pero no es ese turismo masificado el que nos podemos encontrar. Se trata de una península apenas tocada por el turismo y donde la vida es reposada. Nada más llegar a Samaná, un tesoro oculto ubicado al norte de la isla La Española (la que acoge los países de Haití y República Dominicana), la vida fluye con un ritmo pausado. Nadie tiene prisa, nada se apura por ocurrir.

Como detalla DTLux.com, esta región ha logrado mantenerse al margen del turismo masivo que sufren lugares como Punta Cana o La Romana y mantener intacto el sabor local de sus gentes. Antiguo refugio de piratas y filibusteros, Samaná es ahora un lugar famoso también por ser escenario del apareamiento de cientos de ballenas.
Playas idílicas

Santo Domingo, capital de la República Doninicana, es una muestra arquitectónica del pasado colonial del país, pero Santa Bárbara de Samaná no guarda nada de aquello. A principios del siglo pasado, un incendio arrasó la ciudad. Ahora, nos podemos encontrar un paisaje de casas de madera rosas, azules o amarillas, que parecen guardar más relación con el lugar paradisiaco que buscamos. Los colores contrastan con la espesura verde del lugar, porque más allá de la playa la naturaleza lo invade todo.

Samaná se ajusta a la idílica foto que esperamos: un lugar con playas de arena blanca e intensas tonalidades del azul marino. En ese sentido, destaca el islote Cayo Levantado, en Las Galeras, en el extremo este de la península. Es un lugar perfecto para el descanso, el sosiego que muchos buscan en unas vacaciones. No obstante, para garantizar esa calma es preferible evitar acercarse un fin de semana porque es el momento en que una multitud de turistas llega desde los transatlánticos.

Las cataratas de El Limón, situadas cerca de la costa norteña, son otro lugar imprescindible. El acceso desde Las Terrenas, tanto si es en vehículo propio como en guagua y después a pie o a caballo, es bastante sencillo. Un calzado resistente será imprescindible y posiblemente también un guía.

El salto de 60 metros de altura vierte las aguas del arroyo Chico al río Limón. Una vez alcanzada esa meta siempre es posible darse un buen baño en la poza natural, en medio de una exuberante vegetación selvática. Allí mismo podemos encontrar establecimientos donde probar alguna de las delicias de la gastronomía local como el pica pollo, servido con plátanos fritos, o los mondongos, un plato hecho con tripas de buey.

Montecristi y Playa del Rincón

El mejor lugar para enfundarse el neopreno y bucear en el interior de los pecios es Montecristi, al norte del país. Entre los siglos XVI y XVIII los piratas ingleses se entregaban al ron junto a las escarpadas costas que lindan con Haití antes de asaltar los barcos españoles, cargados de oro. De los cientos de buques que se hundieron en estas aguas, sólo una veintena han sido hallados. Así que aún quedan tesoros por hallar. Para ir hasta allí es recomendable tomar la autopista Duarte. Al final se pueden divisar Cayo Zapato y El Fraile, un lugar ineludible para los amantes de la fotografía.

Entre diciembre y abril, los machos de las ballenas jorobadas se reúnen en la Bahía de Samaná. Estos inmensos animales vienen nadando desde las zonas más frías del planeta. En las cálidas aguas caribeñas las ballenas buscan compañera y se aparean. El espectáculo es increíble. Los machos no paran de "cantar" y hacer cabriolas. Los sonidos producidos se puede escuchar a 20 kilómetros de distancia.

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