martes, 15 de mayo de 2012

Ídolos: Isidro Lángara

Ahora que ha finalizado la liga, durante la que todo el mundo asistió maravillado a la par que asombrado (no es para menos) al duelo goleador que a lo largo de toda la temporada han mantenido las dos principales figuras del momento (Cristiano Ronaldo y Messi) por hacerse con el trofeo de máximo goleador y con la bota de oro, y habiendo conseguido ambos jugadores registros realmente espectaculares (50 goles el argentino y 46 el portugués), podemos decir que si bien han batido de largo los anteriores registros en cuanto a la totalidad de goles anotados en una sola temporada, no consiguieron hacerlo con un récord que lleva ya muchos años sin que nadie le eche el guante: el de mejor promedio de goles por partido. Y es que este récord que data de la temporada 1933-34, está en posesión del protagonista de esta entrada, como decimos desde hace ya...78 años.

Tal día como hoy, 15 de mayo, pero de hace 100 años, nacía en Pasajes (Guipúzcoa)Isidro Lángara Galarraga (aunque en algunas biografías la fecha marcada como tal es el 25 de mayo). Comenzó a jugar al fútbol en el Siempre Adelante de Pasajes, para pasar después al Andoain y al Tolosa C.F.. Siendo jugador de este último compaginaba su afición al balón con el trabajo en Fabril Subijano, una fábrica textil de Andoain, la cual tenía entre sus clientes a Luis Botas, un comerciante ovetense, que era a su vez directivo del Real Oviedo. Se dice que gracias a esta relación comercial, en el conjunto carbayón se tuvo conocimiento de las virtudes de aquél chaval de 18 años al que decían se le daba bastante bien aquello del balompié, y tras unas enrevesadas negociaciones, el joven delantero de Pasajes, arrivaba a la capital asturiana en el invierno de 1930 para ayudar al equipo a mantenerse en la Segunda División. El montante total de la operación estuvo en torno a las 10000 pesetas de la época. Nadie lo sabía, pero empezaba a forjarse una leyenda. Tras un primer entrenamiento en el que consiguió asombrar al mítico portero del equipo Óscar (suplente en la Selección Española del legendario Ricardo Zamora), se hizo con un puesto en el once para acabar la temporada con 15 goles en 18 partidos. La siguiente conseguiría 22 en 16 y a la tercera, 23 en 18, guiando con sus goles al club, por primera vez en su historia a la máxima categoría del fútbol español. Fue esa temporada, también, la de su debut con la Selección Española, debut que además tuvo como escenario su "casa", ya que tuvo lugar con motivo de la inauguración del nuevo estadio de Buenavista de Oviedo, y en el que Lángara consiguió el primer gol del partido en el que España se impuso a Yugoslavia por 2 a 1. Su irrupción en Primera División fue espectacular, proclamándose máximo goleador durante las tres primeras campañas que disputó (27, 27 y 28 goles en 18, 22 y 21 partidos), y colocando al Real Oviedo, junto con otros grandes jugadores de la talla de Herrerita, Casuco, Gallart, Emilín, Óscar, Soladrero... como uno de los mejores conjuntos del país. Era la época de las llamadas "Delanteras Eléctricas" del conjunto carbayón.
Entre medias participó con la Selección Nacional en la Copa del Mundo de 1934 celebrada en Italia (4 partidos) y en otros 7 partidos amistosos, que sumados al ya comentado del debut suman un total de 12, y en los que consiguió 17 goles.

Pero en junio de 1936, el inicio de la Guerra Civil Española, iba a dar un giro radical a su vida. En un primer momento, fue detenido, ya que el alzamiento le pilló en su tierra (zona republicana), al acusársele de haber participado en la represión de la Revolución de Octubre (cuando tuvo lugar la misma se encontraba realizando el servicio militar y fue desplegado en Oviedo). Pero posteriormente se le liberó y se enroló en la Selección de Euskadi, un conjunto formado por jugadores vascos que realizó una gira por Europa y parte de América con el objetivo de recaudar fondos para las víctimas de la contienda. Terminada la guerra, Lángara se exilió a México, aprovechando el paso de la citada Selección de Euskadi, y de allí, en mayo de 1939 fue llamado por San Lorenzo de Almagro, uno de los grandes clubes argentinos que no pasaba precisamente por su mejor momento. En Buenos Aires pasó cuatro años, en los que dejó su impronta goleadora con 113 goles en 121 partidos (aún hoy ocupa la séptima posición en la tabla histórica de goleadores del club), antes de regresar a México para jugar tres años más en el Club España de México.
En 1946 regresó a España, al club que le había visto triunfar por primera vez, el Real Oviedo. Había pasado una década, pero la expectación suscitada en la ciudad fue tal, que el tren en el que llegaba tuvo que detenerse un par de estaciones antes para que se apeara, ya que la histórica Estación del Norte de la ciudad asturiana se encontraba atestada de personas ansiosas por ver de nuevo a su ídolo. Jugó dos temporadas más antes de retirarse definitivamente de la práctica profesional del fútbol, en las que consiguió 23 goles en 29 partidos con los azules. Después de retirarse ejerció como entrenador en el San Lorenzo de Almagro y el Deportivo Español de Buenos Aires, para después fijar su residencia en Puebla (México).

Los últimos años de su vida los pasó en su tierra, concretamente en Andoain, donde falleció el 21 de agosto de 1992.

 Con un físico portentoso, una elasticidad que le permitía rematar cualquier balón que le llegara desde cualquier posición y con las posturás más inverosímiles, poseía un remate durísimo con ambas piernas, las cuales manejaba con igual destreza, y dominaba a la perfección el juego aéreo, siendo un consumado especialista en rematar de cabeza, entrando a todos los balones sin temor ninguno (no en vano se dice que remataba con la testa sin cerrar los ojos), desde aquí queremos rendirle, en su centenario, nuestro pequeño y humilde homenaje a ese gran delantero que fue Isidro Lángara Galarraga.

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