miércoles, 4 de mayo de 2011

New York Cosmos: un sueño fugaz


Muchos años antes de que Florentino Pérez irrumpiera en la escena futbolística mundial con una idea revolucionaria, de que se comenzara a hablar de los ‘galácticos’ y David Beckham irrumpiera en la Major League Soccer, un equipo norteamericano, a finales de la década de los setenta, consiguió juntar a los que, por entonces, eran algunos los mejores jugadores del planeta. Hoy se estrena un documental, “Once in a lifetime” sobre aquel conjunto, fugaz, glamouroso y con pretensiones planetarias, que quiso introducir de manera definitiva el soccer en los Estados Unidos y domiarlo. Fue el New York Cosmos, y merece la pena recordarlo.

La historia de este equipo comienza en 1971, tres años después de la creación de la North American Soccer League (NASL), una de las muchas ligas de fútbol que desde hace años se han creado en los Estados Unidos (la actual Major League Soccer es el vigésimo intento), prácticamente sin éxito alguno. El soccer era, por aquel entonces, el deporte número uno en Europa pero marginal en Norteamérica. A sus estadios apenas acudía una media de entre tres y cuatro mil espectadores, en su mayoría de origen latino, y se situaba muy por detrás de las verdaderas sensaciones del país: el baseball, el fútbol americano, el hockey sobre hielo y el baloncesto.

Sin embargo, el rumbo del Cosmos cambió en 1975 (tres años después del, hasta entonces, único título de liga del equipo). En ese año su presidente, Steve Ross, decidió dar un vuelco a la situación del fútbol en los Estados Unidos. Consiguió que la Warner Comunications, fundadora de la franquicia neoyorquina, firmara el contrato de explotación del equipo más importante hasta la fecha. Siete millones de dólares en conceptos de marketing, retransmisiones televisivas, conceptos publicitarios… Pero ¿cómo pensaba Ross rentabilizar semejante inversión la Warner con un deporte que apenas tenía tirón en los Estados Unidos? Fácil. Ross tenía un plan: juntar en su equipo, gracias a esa impresionante inversión, a los que por entonces eran los mejores jugadores del mundo. Y para inaugurar su proyecto, nada mejor que contratar al que, por entonces, era el mejor de entre los mejores: Edson Arantes do Nascimento, Pelé.

Por aquel entonces, Pelé contaba ya con 35 años, había logrado tres mundiales (el último cinco años antes) y había abandonado el Santos, su club de toda la vida. A pesar de su edad, O’Rei aún no tenía ganas de retirarse y varios equipos se interesaron por hacerse con sus servicios, sabedores de lo que significaba tener en sus filas a una leyenda viva del balompié. Quien más fuerte pujó por él fue la Juventus, cuyo presidente, Giampiero Boniperti, le ofreció un gran contrato para finalizar su carrera en Turín. Pero Ross, que sabía de sobra quién era Pelé, le asedió con una oferta aún mejor y, según cuenta la ‘leyenda’ una frase que le convenció definitivamente: “Si vas a Italia, conquistarás la liga. Pero si vienes a Nueva York, conquistará un país”. Así, el astro brasileño puso rumbo a la ‘capital del mundo’ para formar parte de un proyecto titánico. En el 76’ se sumó el italiano Giorgio ‘Long John’ Chinaglia, integrante y líder del Lazio campeón del scudetto de 1974. Aquel ‘grupo salvaje’ sobre el que en su día escribió Enric González. Fue su fichaje más prolífico. Jugó 254 encuentros en los que anotó 242 goles.

Al año siguiente, en 1977, llegaron al Cosmos otros dos campeones del Mundo: el brasileño Carlos Alberto, que había conquistado el título mundial con Pelé en 1970 como capitán de su selección y Franz Beckenbauer, el ‘Kaiser’, campeón en 1974 con Alemania. Ese fue el gran año del equipo de Nueva York. Tres campeones del mundo se juntaron en un mismo equipo a golpe de talonario en un movimiento sin precedentes en el fútbol mundial. Evidentemente, las audiencias se multiplicaron y la asistencia al Gigants Stadium, donde comenzó a jugar el Cosmos, pasó una media de apenas 3000 espectadores en 1974 a más de 34000 en 1977 y 47000 en 1978. El objetivo de dirigir los focos hacia un deporte minoritario estaba cumplido. Tdos los equipos del mundo querían, logicamente, jugar frente a las estrellas de Nueva York.

A finales del 77’, Pelé, se retiró del fútbol en un encuentro de su actual equipo con el Santos, jugando un tiempo con cada equipo. El Cosmos retiró el número ‘10’. Quedaron Chinaglia, el ‘Kaiser’ y Carlos Alberto. Pero el sueño continuó. A pesar de las incontables pérdidas que arrastraba el equipo, Ross siguió juntando ‘cracks’ y ganando títulos (las ligas de 1977, 1978, 1980 y 1982, además de varios títulos más) a la sombra del Empire State. Llegaron Vladislav Bogićević, codiciado centrocampista yugoslavo por el que se interesó el Bayern de Munich para sustituir a Beckenbauer y que, sin embargo, acabó compartiendo vestuario con el alemán en el Cosmos; Johan Neeskens, el genial centrocampista holandés finalista de los mundiales de 1974 y 1978 procedente del FC Barcelona; también el paraguayo Julio César Romero ‘Romerito’, que más tarde jugaría en el conjunto blaugrana como sustituto de Neeskens aunque sin suerte alguna.

Pero poco a poco, el dinero se iba acabando, los fichajes cada vez ilusionaban menos y generaban menos expectación. La asistencia al Gigants Stadium volvió a decaer. Los grandes jugadores ya no veían Estados Unidos como un retiro dorado donde ganar grandes cantidades de dinero jugando al fútbol. En 1984 la NASL echó el cierre y con ella, el New York Cosmos. El sueño de un empresario americano de formar el mejor equipo del mundo en un país donde el soccer apenas era conocido duró únicamente catorce años, apenas seis de pleno esplendor. Sin embargo, ningún otro equipo podrá afirmar que en su once titular se juntaron, al mismo tienmpo, Pelé y Beckenbauer, además de Chinaglia y Carlos Alberto. Un sueño fugaz, bonito mientras duró.

FUENTE: http://www.diariosdefutbol.com

Ahora Umbro España nos presenta la colección primavera/verano 2011 del New York Cosmosque estará disponible a partir de Mayo de 2011 en tiendas seleccionadas de El Corte Inglés. Toda la colección está inspirada con el legado y nueva promesa del New York Cosmos, pero sin olvidar la hegemonía del estilo inglés de Umbro en la creación de prendas por y para el futbol.

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