viernes, 14 de diciembre de 2012

La mina de sal de Wieliczka (Polonia)

 
La mina de sal de Wieliczka, en los alrededores de Cracovia, se encuentra en activo desde el s. XIII. Hoy sin embargo, y aunque todavía siga extrayéndose de ella sal gema, el turismo se ha convertido en la actividad principal, relegando la extracción de sal a un segundo plano. Sus 300 kilómetros de galerías son objeto de un escrupuloso mantenimiento a fin de evitar inundaciones. El agua sobrante sigue siendo bombeada hasta una planta de tratamiento, inaugurada en 1912 y modernizada en 2003, que extrae la sal que lleva. Negra como la roca, la sal de Wieliczka se vuelve blanca una vez triturada. Con ella se fabrican sales de baños perfumadas o sal de mesa, pero no se deje confundir: las lámparas de sal rosas o naranjas que se venden a la salida están fabricadas con sal de a saber dónde. El negocio es el negocio…
 
Que Dios te proteja
Lo más sorprendente de la mina de Wieliczka es la decoración de sus salas y galerías.
La pizarra arcillosa, con un contenido en sal del 85%, se ha ido tallando a lo largo del tiempo: estatuas, capillas y bajorrelieves piadosos y naïfs narran la historia de la mina, relatan sus leyendas y rinden a Polonia un homenaje patriótico en forma de escenas labradas en la sal, en las que, cómo no, Solidarnosc y Juan Pablo II ocupan un lugar de honor. Bajo tierra se ha acondicionado una sala de exposiciones, otra de conferencias, un bar, un restaurante y una auténtica catedral (a 101 metros de profundidad).
 
Los guías, políglotas, son mineros. Cuando dos de ellos se cruzan, se saludan con un invariable “Que Dios te proteja”: ni siquiera el comunismo consiguió prohibir esta tradición. A pesar de lo extremadamente difícil de las condiciones, los mineros –funcionarios– estaban considerados unos privilegiados: por aquel entonces el rango de minero se transmitía de padre a hijo y todavía hoy siguen estando muy orgullosos de trabajar en Wieliczka.
 
Una escalera de madera se hunde en las entrañas de la mina: la cámara Russegger, situada en el punto más bajo de la visita, alberga el museo de las Minas de sal de Cracovia (incluido en la entrada). 135,60 metros de sal separan al visitante de la superficie. Un bar y un restaurante, situados a 125 metros bajo tierra, permiten al visitante, tras dos kilómetros y dos horas y media de excursión subterránea a 14°C, reponerse de las emociones. Si lo desea, podrá comprar, franquear y enviar una postal desde la misma mina.
 
 
 
Pozo Danilowicz
El pozo Danilowicz, antaño utilizado para subir la sal, fue excavado entre 1635 y 1640. Hoy alberga las taquillas y la tienda de recuerdos.
La mina está abierta al público desde hace casi dos siglos. En 1493 recibió a un visitante muy ilustre: Nicolás Copérnico, estudiante en Cracovia, a quien está dedicada la primera sala subterránea.
 
Cámara Janovice
La cámara Janovice, excavadas a principios del s. XVII, está decorada con seis estatuas que relatan la historia de la reina Kinga (Cunegunda en español), patrona de los mineros canonizada en 1999 por Juan Pablo II. Hija del rey de Hungría y esposa de Boleslao V el Casto, Kinga perdió su anillo de pedida en el pozo de la mina de sal de Marmarosz que su padre le había regalado. Al llegar a Polonia, ordenó excavar un pozo en las inmediaciones de Cracovia con la idea de encontrar agua. Los mineros se pusieron manos a la obra pero lo que descubrieron fue un yacimiento de sal gema. En el primer bloque que subieron se encontraba la sortija de la reina, llegada hasta aquí de forma milagrosa…
 
Cámara Casimiro el Grande
Esta sala, excavada en 1743, fue bautizada en 1968 con el nombre de Casimiro el Grande y está adornada con un busto tallado por Władysław Hapek.
En 1368, Casimiro el Grande publicó una ley, conocida como el “Estatuto de Kazimierz”, que definía las condiciones de explotación de la mina y otorgaba a los mineros derechos sobre la sal extraída de la misma. La sal constituía por aquel entonces una riqueza económica de primera magnitud. Tanto es así, que la explotación de la mina representaba en el s. XIV el 30% de la riqueza nacional. Con los ingresos generados por la sal, el rey abonaba el salario de los dignatarios del Estado (no en vano el término salario deriva de sal, utilizada durante mucho tiempo como moneda de pago) y la paga de los soldados. La sal era asimismo indispensable para la conservación, transporte y comercio de los alimentos.
 
Enganche Kunegunda
El enganche Kunegunda, una galería que comunica dos pozos, está habitado por unos duendecillos traviesos y coloridos que custodian el tesoro de Wieliczka: se cuenta que cuando los mineros llegaban por la mañana a la mina se encontraban los vagones que el día anterior habían dejado completamente vacíos cargados de sal y que esto era cosa de los duendes…
 
Capilla de Santa Cruz
La capilla de Santa Cruz alberga una talla en madera policroma de Nuestra Señora de la Victoria (s. XVII) y un Cristo en madera del XIX. Esta capilla se encuentra en el segundo nivel de los nueve que, a lo largo de 327 metros de profundidad, componen la mina. De ésta, está abierto al público menos de un 10%.
 
Capilla de Santa Cunegunda
La magnificencia de esta gigantesca sala impresiona a los visitantes, que, inconscientemente, bajan la voz nada más entrar en ella. Inaugurada en 1896, tiene 12 metros de alto por entre 15 y 18 de ancho y más de 54 de largo. Los adoquines del suelo son enteramente de sal.
El centro del altar mayor está presidido por una imagen de Cunegunda tallada en sal en 1914. A sus pies se encuentran las reliquias de la santa, trasladadas en 1994 desde el convento de las Clarisas de Stary Sacz, donde la reina, profundamente apenada por la muerte de su marido en 1279, acabó sus días tras hacer donación de todos sus bienes a los pobres.
La capilla es lugar de culto donde se celebra misa, entre otras fechas, el 24 de julio (día de santa Cunegunda) y el 24 de diciembre (misa del Gallo).
 
Cámara Erazm Barącz
El lago de la cámara Erazm Barącz, de 9 metros de profundidad, ha inundado parte de esta sala, situada a 100 metros de profundidad y explotada durante dos décadas a partir de 1846. Se dice que su agua es más salada que la del Mar Muerto… y es verdad.
Una galería de madera situada por debajo del techo de la sala (prohibida a los visitantes) permite a los mineros vigilar la estanqueidad de las paredes.
Erazm Barącz, célebre coleccionista de arte, fue director de la mina de Wieliczka entre 1917 y 1918.
 
Capilla de San Juan
La capilla de San Juan, de madera pintada y barnizada, fue construida en 1859 en un recóndito tramo de la mina. En 2005 fue trasladada para que los visitantes pudieran verla y de paso salvarla del ataque callado del salitre. La galería Antonia, a la izquierda, lleva hasta el museo y el estrecho ascensor, original, que devuelve a los visitantes a la superficie.
 

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